Interno Liminal
El mundo del que fue privado el cautivo se escabulle en el pequeño recinto.
Lo existente se aproxima dando pie a las sombras, sueños o fantasías de libertad.
Lo conocido, lo cotidiano, se magnifica y muta.
Algo asoma desde la ventana: árbol liminal.
Desde ahí el mundo adquiere presencia en diferentes soportes,
desplegándose, desenvolviéndose… en lo interno…
Interno Liminal es un proyecto de instalación ideado para las salas más pequeñas del EAC (no concretado).
Desde la ventana, el dibujo de un fresno sobre acrílico transparente, deja caer sus líneas negras hacia el interior.
Enlazadas a la luz natural, sus sombras despliegan sobre piso y paredes de la sala, planos, relieves y objetos de bulto provenientes del universo onírico, fantasioso, pos liminal.
Para este proyecto, tomamos como punto de partida la función a la cual era destinado en sus orígenes el edificio del EAC, y sus celdas convertidas actualmente en Salas de exposiciones. Esta modificación, resignificación del espacio físico, cambio de perspectiva, nos reflejó la idea de Metamorfosis, de Mutación.
Según el diccionario de la Real Academia Española, Metamorfosis es “transformación de una cosa en otra. Transformación que sufren algunos animales hasta alcanzar el estado adulto”. Inevitablemente este concepto nos liga con el reino Animal y el cuento de Kafka, y en devenir, con el reino Vegetal. Entonces pensamos en ¿cómo metamorfosear el espacio de una celda? ¿Cómo sobrevivían o sobreviven las personas privadas de libertad, viviendo en una habitación de 2 x 4 metros con sólo una ventana como conexión al exterior? Desde nuestra mirada la respuesta es: a través de lo Interno, del recuerdo, del mundo imaginario, del pensamiento, de asociaciones libres entre sonidos e imágenes que ingresan por una pequeña abertura, pero que luego se transforman, amplían, explayan en el interior.
Todos los elementos presentados para esta instalación, derivan de la naturaleza: primero el dibujo y la sombra del Árbol de Fresno, un árbol común, cotidiano, que invade las calles de nuestros pueblos y ciudades, tan cotidiano que no lo llegamos a focalizar. Luego sus semillas recreadas con alambres, hilos y telas, y de esta forma comienza la invasión del color. Luego los pastos que se agigantan, brillantes, casi comestibles. Unos hongos alucinógenos empiezan a atacar el suelo y las paredes con coloridos extraños.
Ingresar a este mundo onírico es metáfora de que los cambios son posibles, que mejorar la calidad de vida de otro es un punto de partida para una sociedad más abierta, más solidaria. Es retomar una actitud de niño, un imaginario que libera.